27 de Abril 2004

Momento decisivo

David Hurn

Ultimamente estoy pensando poco (por eso no tengo mucho que decir. Y menos aún que escribir).
Así fue que me puse a revisar correos viejos y encontré éste.
En principio, quiero aclarar que mi participación hace muchísimos años en un foro de discusión que tenía como objeto el facilitar el intercambio de información entre los profesionales que se dedican a la valoración del daño corporal era un intento vano e insubstancial de encontrarle sentido al tiempo desmedido que pasaba en la Red (de justificarme, al menos).
En esa lista, se discutía con impecable rigor temas para mi terriblemente soporíferos que podían incluir el estudio del protocolo sobre el latigazo cervical, los riesgos de la medicina basada en evidencias y hasta el examen de las tendencias actuales de la jurisprudencia en el cálculo del daño corporal.
La información circulaba con trato adusto, parquedad cientificista y precisión suiza.
El sistema era administrado por el archiconocido "majordomo" que, ciego a los contenidos de los correos -como esa jota mal puesta en su nombre- reenvía a la lista general todo lo que uno le remite.
Fue así que por esas cosas del teclado, del inconsciente, del éxtasis pasional o de un incipiente Parkinson -o todo junto quizás- que nos llegó a todos los participantes por parte de una conspicua participante, el siguiente mensaje:
"Hola de nuevo, estoy sentada en el ordenador, son las 23,30 hs. aproximadamente, y aunque hemos hablado por teléfono tenía ganas de dirigirte unas letras, tan solo decirte nuevamente, que me ilusiona que vengas y tener la oportunidad de conocernos un poco más. Te quiero Manuel, un cariño muy grande..., Sofía.".
No pasaron dos minutos para que otro de los miembros replicara a todos:
"Venga Manuel, porfa...(hay que joderse, apretar el culo y no mearse).".
Y así le facilitó la fórmula para pasar el susto. El del momento decisivo.
Que si luego hay daño, ya habrá tiempo de sobra para valorarlo.
Y para resarcirse, también.
Tó e'fímero.

Escrito por Timon a las 10:36 PM | Comentarios (11)

20 de Abril 2004

When it falls...

ZERO7

...click here.

Escrito por Timon a las 4:32 PM | Comentarios (12)

16 de Abril 2004

Steve McCurry

Sharbat Gula, Pakistán, 1984 Sharbat Gula, Pakistán, 2002

“Her skin is weathered; there are wrinkles now, but
she is as striking as she was all those years ago.”

Escrito por Timon a las 3:52 PM | Comentarios (12)

15 de Abril 2004

Bit

bitesnich

Juan camina a paso resuelto. Casi corriendo. Los techos abovedados y las columnas verticales los va dejando atrás mientras atraviesa arcos y alféizares que revelan, a su paso, robustos muros divididos en su punto medio por puertas vaivén de madera.

Empuja una más de ellas con fuerza -la última, con grandes cristales repartidos- y, a su izquierda, detrás de la abalaustrada de mármol, pende sobre el vacío del cuarto piso un colosal arco conopial. Nada está a su escala. Nada allí es humano. Ni él, ni las prolijas arrugas de su impecable traje oscuro. Ni el resbalar de la suela de sus zapatos negros en el piso de piedra caliza encerada. Ni aún la carpeta que lleva en su mano alcanza de muestrario de mortalidad; de testimonio de la fragilidad humana.

Se embebe mentalmente en absenta y entorna sus ojos achinados para dar una pincelada impresionista que ilumine el eclipse. Entonces vuelve a estremecerse cuando, al reparar en el sonido de lo inmenso, lo irrumpe el recuerdo de la voz de Eva antes de la partida: parada desnuda, debajo del umbral de la puerta del baño.

“-¿Qué te ocurre?”. Juan está apoyado en el lavatorio formando una “v” invertida con los brazos y con la cabeza caída hacia adelante. Mira caer la sangre por el costado izquierdo de esa loza y ve como el agua de la canilla la empuja hacia el final del recorrido haciendo una corriente rosácea.

Un sabor amargo se le apodera del paladar al desprender la lengua y comienza a reconocer-se en el espejo.

Escrito por Timon a las 4:14 PM | Comentarios (5)

7 de Abril 2004

Optimized

Coigny

La cortina de gasa ondea al ritmo de la brisa que allana el cuarto desde la ventana. La luz inunda la cama en donde yacen dos siluetas desnudas. Todo es silencio.

Enroscado en la sábana, él intenta desasirse dormido y da vuelta hacia el lado equivocado. Ahora, aún más retorcido, siente que precipita hacia el suelo. Entonces dobla hacia su derecha y percibe de repente un ardor que se inicia en el dedo índice de su mano izquierda, viaja por el antebrazo, llega hasta el cerebro para detectarlo precisamente en donde se inicia: en el dedo índice de su mano izquierda.

Con los ojos cerrados quiere descifrar la situación que acontece allí afuera y, mientras encoge la cara en una mueca de dolor, mueve el dedo y percibe que éste trae consigo a la sábana pegada. Se le acrecienta el dolor y lo siente palpitar.

Abre los ojos y vislumbra una mancha de color marrón oscuro de sangre seca alrededor de su dedo índice. Tira del dedo para despegarlo de ese improvisado sudario y junto con la punzada que le pare el dedo se abre la herida y le comienza a sangrar a borbotones.

Perturbado, entonces, se levanta de un salto de la cama. Con el dolor, la náusea y el mareo súbitos trastabilla con la sábana que le sigue envolviendo la pierna y cae al suelo amortiguando la caída con la palma de su mano, aunque manteniendo erguido el dedo índice de su mano izquierda.

Está sangrando y su dedo, que arde bajo el agua fría de la canilla, tiñe en rojo el lavatorio. Todavía no recuerda qué ocurrió. Todavía es muy temprano para entender.

Ella, parece estar dormida.

Escrito por Timon a las 7:43 PM | Comentarios (14)